September 29, 2014

A ROOM WITH A VIEW

PHOTOGRAPHY. Those were the days we spent in Rome last spring with the boys. They were days of happiness and innocence. 
Click here to preview the pictures book.


Estos fueron los días que pasamos en Roma esta primavera con los chicos. Fueron días de felicidad e inocencia. 
Hacer click aquí para ver el libro de fotos.

September 10, 2014

THE WINDOW

September 7, 2014

ZUM GÜLDENEN SHAFTs' DISCOVERIES

FOOD & WINE. It happened on our last dinner of this year's bike trip in Germany in a restaurant called Zum Güldenen Shaft in the Haupstrasse of Heidelberg. We asked the waiter for a good, bodied red wine, which would probably meant an Italian one within what we could see on his wine list - somehow tired of the nice but less corporeal "trockener" (dry) reds that we had through the Neckar wine valleys. He insisted on a German one, branded Incognito. The waiter was from Honduras himself and partly because we took a liking for him and partly because he promised to take it back if we didn't like it, we had it.We liked it so much that we had to ask for more. And then we had to ask for some cheese to finish the wine - couldn't leave such a gem unfinished. 
Well, we thought the wine - fully bodied, intensely ruby colored, an explosion of flavor, and German, yes, had been the discovery of the trip. Until we tried the cheeses - a symphony of flavors and sensations, sharp and creamy at a time! 
A well deserved treat for our ten days trip!


Sucedió en nuestra última cena del viaje en bicicleta de este año en Alemania en un restaurante llamado Zum Güldenen Shaft en la Haupstrasse de Heidelberg. Pedimos al camarero un buen vino tinto, con cuerpo, lo que probablemente tuviera que ser un italiano de lo que podíamos ver en su carta de vinos - un poco cansados de los agradables pero menos intensos "trockener" (seco) que habíamos tomado a lo largo de los valles de viñedos del rio Neckar. Él insistió en uno alemán, de nombre Incognito. El camarero era de Honduras por su lado. En parte porque le tomamos simpatía al hombre y en parte porque nos dijo que si no nos gustaba se lo llevaba, lo pedimos. Nos gustó tanto que tuvimos que pedir más. Y luego tuvimos que pedir algo de queso para acabar el vino. Imposible dejar tal joya en la botella. 
Bueno, pensábamos que el vino - todo cuerpo, de un color rubí intenso, una explosión de sabor, y sí, alemán, había sido el descubrimiento del viaje. Hasta que probamos los quesos - una sinfonía de sabores y sensaciones, penetrantes y cremosos a un tiempo!
Un merecido premio por nuestros 10 días de viaje!